¡Este es el capitán, opuesto a cualquier cliché que se le pegue! Tranquilo y dubitativo, el ineludible compañero de Tintín lleva delicadamente un dedo hacia la boca, en signo de interrogación profunda y reflexiva, en el momento en que en "El cangrejo de las pinzas de oro", el hidroavión pilotado por Tintín se estrella en el desierto.